La
muerte de Juan Egenau dejó un gran vacío en
las artes visuales nacionales.
Su
obra marcó en forma significativa el proceso de renovación
de la escultura chilena no solo por haber introducido en
el país la técnica del vaciado de aluminio
“a la tierra”, sino también por la profunda
impresión que causaron sus obras, creaciones de armoniosas
líneas y minuciosa factura, que admirablemente logran
conciliar la naturaleza de formas orgánicas, con
el diseño humano de un mundo tecnológico y
mecanizado.
Su especial concepción del mundo, del arte y su comprometida
dedicación a la enseñanza, permitieron su
contacto con numerosos artistas jóvenes de quienes
fue maestro en la Facultad de Artes de la Universidad de
Chile.